- «¿Preparados para reíros?», nos interpelan. Y punto seguido nos invitan a imaginarnos la cara que pondrá el novio cuando se quite la venda y descubra ante él “el enanito vestido de stripper” y que este le realice “un sensual y divertido striptease al estilo moulin rouge”. Si este show no acaba de convencer al cliente, se le puede dar “una vuelta de tuerca a la diversión” y apostar por la opción de los “enanos esposados o cojoneros”, que prometen diversión asegurada para aquellos que la soliciten.
Es real. Estas son algunas de las fórmulas utilizadas para la promoción en internet de los espectáculos ofertados por una empresa organizadora de despedidas de soltero en Valencia. No es el único caso; una búsqueda rápida en la red da como resultado otros anuncios en una línea similar. Una realidad, la de los espectáculos que utilizan como reclamo burlesco a personas afectadas por el enanismo (acondroplasia), que no ha sido erradicada a día de hoy.
La reciente polémica desatada en torno a un pub de Benidorm que ofrecía “alquilar” personas afectadas de displasia ósea para fiestas privadas así lo certifica. La Fiscalía de Alicante investiga el caso después de ponerlo en conocimiento el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI). Tanto este organismo como la Fundación ALPE Acondroplasia han denunciado el local ante la Dirección General de Consumo y el Ayuntamiento de Benidorm. Los colectivos consideran que el caso vulnera la ley general de discapacidad, la ley de espectáculos públicos de la Generalitat Valenciana y encuentran indicios de un posible delito de odio.
Un estigma que devalúa
Hacer de una condición física un espectáculo para regocijo del jocoso receptor. Pasa con las despedidas de soltero pero también con el toreo “cómico” (recogido en el actual convenio colectivo taurino) o con el “lanzamiento de enanos”, muy popular fuera de nuestras fronteras. Espectáculos que las organizaciones de acondroplasia consideran denigrantes para la identidad del colectivo y para sus derechos elementales como ciudadanos. “No pueden ser catalogados como artísticos. La condición sine qua non para poder desarrollarlos es tener esa condición. Sin enanismo, no te contratan”, argumenta Felipe Orviz, asesor jurídico de la Fundación ALPE.
El abogado recuerda que se está incumpliendo la Convención europea de los derechos de las personas con discapacidad, la Carta Social Europea y la directiva europea que prohíbe la celebración de este tipo de eventos. El pasado febrero, las personas con acondroplasia reclamaron en el Congreso una reforma legislativa para acabar con esta situación. También el pasado año llevaron sus reivindicaciones ante el Parlamento Europeo. “Durante años, ha habido una dejadez del conjunto de las administraciones públicas y de otros sectores sociales que nos han ninguneado. Ni tan solo hay un censo oficial de las personas con acondroplasia o enfermedades que afecten al crecimiento”, dice Orviz.
«Es una condición que lleva mucho tiempo asociada a la risa»
A la espera de un cambio normativo, el colectivo sigue haciendo frente a una discriminación que se asienta en la imposición de un mundo concebido para una estatura estándar. Saulo Fernández, psicólogo social de la UNED, ha estudiado el estigma que sufren las personas con enanismo. “Es una condición que lleva mucho tiempo asociada a la risa. Parece ser que esta desproporción física provocada por la acondroplasia puede invitar a la comicidad, a lo burlesco, a la broma. A las personas que la tienen les afecta mucho a su bienestar psicológico”, apunta.
Fernández reconoce que estas personas están obligadas a un mayor esfuerzo cognitivo desde temprana edad en el momento que perciben comentarios hirientes a su alrededor. Asimismo, señala las consecuencias que se producen ante esta estigmatización a la hora de obtener oportunidades o en el acceso al ámbito laboral, donde sus posibilidades quedan minadas. “La sociedad no es ajena a la devaluación de la condición que supone el estigma”, concluye.
La disfobia como síntoma
El Movimiento contra la Intolerancia viene denunciando desde hace años la emergencia de la disfobia, que es la forma de intolerancia con rechazo, discriminación u odio a las personas con discapacidad. Invisible en muchas ocasiones, las actitudes que contempla la disfobia pueden presentarse en diferentes planos, que van de la compasión a la deshumanización. La monitorización de incidentes de intolerancia incluida en el Informe Raxen referente a 2018 registra algunas decenas de hechos que comprenden un amplio espectro de manifestaciones: denuncias por burlas, intimidaciones y amenazas, casos de ridiculización a través de las redes sociales, trato degradante, prohibiciones de acceso a locales o establecimientos, agresiones físicas y abusos sexuales. Los informes de los últimos años también se han hecho eco de las pintadas vejatorias que han aparecido en las fachadas de algunos colegios que albergan personas con discapacidad.
Las estadísticas sobre la evolución de los delitos de odio en el Estado presentadas por el Ministerio del Interior también emiten luz, aunque hay que tener en cuenta que, tal y como señala la Unión Europea, la mayoría de casos de disfobia no son denunciados, por lo que las cifras podrían ser mucho más altas. Durante 2017 se registraron 23 delitos de odio contra las personas con discapacidadl, un dato que no puede contrastarse con los de años anteriores, mucho más voluminosos, ya que desde 2017 se ha establecido una nueva metodología de cómputo que, según el Ministerio, da una grabación más precisa de esta casuística. De estos 23 hechos conocidos, 19 han sido esclarecidos. Entre las víctimas, se encontraron 7 menores.
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Fuente: CERMI Estatal.