Los accesos para personas en silla de ruedas suponen un escollo demasiado grande para estos usuarios e incumplen la normativa
Dos magníficas rampas lucen a izquierda y derecha de la puerta principal del centro de salud 1 de Barañáin. Están ahí desde 1985, año en que se levantó el centro. Son inmensas, a lo ancho y a lo largo. Y terriblemente inclinadas. Lo tienen todo menos el sentido práctico. Además no cumplen con la normativa ni de lejos, que establece un 6% de límite de pendiente y fija en 6 metros la longitud máxima sin un descansillo (estas tienen unos 10 metros y una pendiente del 14%). Un abuso que se convierte en un escollo diario para todos los usuarios en silla de ruedas aquejados de algún tipo de minusvalía física, silletas de niños… Una cuesta de órdago les separa de la consulta del doctor, a la que llegan con el resuello agitado y las pulsaciones disparadas.
“Jodido, pero al final subes. Eso sí, siempre mal. Y cuanto más viejo peor. Cuando llegas arriba ya estás con la lengua fuera… y luego la tensión viene alta. Si te echan una mano es mucho mejor, pero casi siempre vengo solo”, dice Teófilo Valencia Peláez, de 74 años y vecino de Barañáin desde hace más de 40 años. “He hablado muchas veces con las enfermeras sobre el tema. Es mucha pendiente y muy larga. Y no sé para qué la han hecho tan ancha. Yo he estado ingresado durante mes y pico, y después de salir del hospital ven aquí a subir la cuesta… Pues no puedes”, asegura con una mueca de resignación.
“Cuando llegas arriba ya estás con la lengua fuera, y luego la tensión viene alta”
“Esto va a peor. La gente mayor viene acompañada para ayudarse a subir”
pablo erice
Luis Barbarin Astiz, de 67 años (la mitad de ellos en Barañáin), es otro de los vecinos afectados. Se agarra con su brazo derecho al pasamanos de la rampa y así, a empellones, va tirando y alcanza la cima de su particular Tourmalet. “Con esta silla aún subo, pero mal. Hace tiempo propuse hacer una rampa de ida y vuelta, escalonada. Hablé con una persona del Ayuntamiento y me dijeron que sí. Incluso me comentaron que ya lo habían aprobado, y después no había hecho ni pasar por el Pleno. Entonces, a raíz de la reclamación, pusieron un portero automático en la puerta de atrás para que accediera por ahí, pero tampoco esa entrada está bien”, relata Luis.
En mayo de 2013 Pablo Erice, que trabaja como administrativo en este centro de salud desde hace 15 años, ya recogió varias reclamaciones de usuarios quejándose de la rampa. Se las entregó a la por aquel entonces directora del centro, “y ya no he sabido nada más”. “Como trabajador veo que esto va a peor. Ves a gente mayor, que igual están achacosos, y vienen marido y mujer para ayudarse a subir. Esto es la gota de un vaso de agua”.
La puerta de atrás Dentro de la normativa de evacuación, el centro dispone de una puerta antipánico en la parte trasera. En principio es para la salida de personal, pero se instaló un videoportero para que los usuarios con estos problemas de movilidad pudieran llamar y pasar. Una solución que debería ser provisional, pero que se mantiene en el tiempo. Los pacientes acceden por el sótano del edificio y les tienen que guiar hasta el ascensor, además del engorro que supone para el personal estar pendiente de este acceso, evitar que se robe material… Por eso, trabajadores y usuarios exigen una solución. Rápida, efectiva, y que no cueste tanto.
Diario de Noticias, lunes 5 de octubre de 2015.